viernes, 21 de diciembre de 2012

¿

Una vez pedí un signo de pregunta, para comenzar una oración. Me dijeron que siempre pedía cosas tan raras... Lo que, lógicamente, me llevo a una nueva pregunta, ¿Por qué si necesito algo tan simple para comenzar, me responden con algo que denota una anomalía en mí?
Me trataron de raro una vez más, lo que no me molesta ya que en mi barrio ser raro es similar a ser mejor, no es que viva en un mal lugar, sino que es un lugar al cual muchas veces no pertenezco, no me representa, no hablan sus habitantes de mí ni por mí y mucho menos para mí., Es un lugar donde generalmente hablan de ellos, para ellos y por ellos, no miran más allá de sus ambiciones o sus intereses, son simplemente (no todos por supuesto) egoístas por definición, pero no por elección directa. Fueron educados para ser así y son fieles a sus enseñanzas, no lo hacen con maldad, ni con desprecio, lo hacen con ignorancia.
Recuerdo haber leído hace poco un cartel que pretendía educar a los hijos para ser felices y no ricos, pero cuando la riqueza es el sinónimo del éxito, la educación se nubla y se orienta para ese lado, por estas calles se miran autos, ropas, zapatillas, se ven pocas miradas, pocos saludos y pocas manos.
Volviendo a lo pertinente, conseguí el signo de interrogación y pude empezar, lo conseguí de la mano de esa persona que me llamo rara... Lo cual nuevamente me llevó a pensar, que pese a nuestras diferencias estaba ante una persona respetable, distinta, hermosa. Hermosa porque me hizo pensar esto que escribo, que escribo porque ya no quiero dejar de intentar transmitir lo que siento, lo que veo, lo imperfecto de una situación simple, lo perfecto de las divergentes de mi mente, que se pregunta y se debate la vida a partir de un simple signo de interrogación.

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